Laberinto de pesadillas (Ishtar y Libre)

Flash Back

Siglos y siglos de desolación, trabajando sin paga para un Dios infernal que se alimenta de la vida de las personas; su estado actual era ser un miserable obrero de la dinastía de Hades. En deliberadas ocasiones se pregunto ¿Quién soy y por que yo? Pero la respuesta a sus cuestiones nunca fue susurrada por nadie. Vago los próximos siglos sin animo alguno, simplemente se figuraba ante los humanos y les arrancaba la vida, haciéndole parecer que él era a muerte.

Pero desgraciadamente la conoció y para sorpresa de su amo se enamoro, era un demonio con naturaleza demoníaca, el maligno, así lo llamaban sus compañeros del inframundo, pero como toda bestia tenía un punto débil y su parte humana aun no desaparecía por completo. La misma figura, el mismo rostro pero diferente alma, una mujer que le robo los sueños siglos atrás regreso desde las sombras de la muerte para atormentarlo una vez mas.

El amo ordenó un asesinato, colocándolo en una posición en la que perdería todo si el homicidio se llevaba a cabo; era un plan infalible, el alma sería entregada pero la mujer no iba a morir, algo salio mal y su vida se lleno de amargura, alimentado por palabras perturbadoras, bazofias y demás regreso del infierno para cobrar venganza.

Siglos en los que la humanidad se preguntaba ¿Por qué la naturaleza nos castiga con fuego? ¿Por qué ocurrió esa explosión? ¿Qué ocasionó el incendio? ¿Por qué nadie se salvo? ¿Qué mas nos puede pasar? Todas y cada una de esas cuestiones tenía un solo nombre y la marca de la bestia impregnada en cada ceniza que dejaba atrás Ezequiel Musschenbroek.

Fin Flash Back

Ya no confiaba en nadie, ya no mas, los súbditos de Hades eran tan repugnantes casi como yo que no se podía confiar en ellos, las sombras de la muerte me siguen a donde vaya, es mi trabajo pero no por eso significa que tengo que ser malvado. En fin nada me importaba ya, mi Dios me prometió felicidad si conseguía, el asesinando de dos ángeles. Para los demonios nos es difícil matar a los ángeles ya que algunos se recuperan cual fénix apunto de morir. Pero estaba decidido, sería uno de los subordinados de Hades, el mejor pagado, si lograba mi cometido.

Les seguí la pista a estos miserables seres que despiden el amor por todos sus malditos poros, como si el amor no te desgarrara el corazón en dos ocasiones. Inevitablemente me distraje y ambos se me escaparon, aun cuando el tiempo no paso en vano la figura de Lorraine permanece en mi mente intacta, sutil y hermosa pero manchada de sangre, si, sangre que será derramada por mi, ya que seré yo quien le arranque la existencia y una vez muerta será condenada en el mundo de los muertos en donde junto a mi amado Hades la torturaré por sus engaños.

Disfrutaba soñando el en encuentro de esa pérfida y yo, y sin querer aun me seguía preguntando ¿Cómo fue que Lucian la convirtió después de averiguar que no me amaba? Seguro que él también había sido engañado por esa maldita bruja de rostro amable. Al final de mi viaje termine por decaer en la posada de siempre, un edificio abandonado pero con un sótano bastante cómodo para quien tiene las ventajas de ser un demonio consentido.

llegó a Londres con Ishtar, después de todo el rato perdido conversando al fín habia llegado. Empezé a buscar con la mirada en algún rostro el de isabella.

Empezaba a creer que esa busqueda seria realmente dificil pero lo vió un edifició abandonado. Ahogó un grito, no sabia el porque, pero sabia que hay podia encontrar respuestas.

Me lanzé rápidamente sin darle tiempo a Ishtar de que me detuviera y empezé a caminar hacia él y cada paso que daba, que me acercaba sentia una opreción en su pecho, un temor empezó a invadirla pero quedaba reducido por las ansias de saber que fue de Isabella y a asesinar al maldito demonio con sus propias manos, si era necesario, claro que sabia que eso no seria posible pero al diablo con eso. Ahora lo que más queria era respuestas y las conseguiria así fuese lo último que haga

Solo después de ser manipulada por el vampiro que tenía por compañero se dirigió hasta los bastos mundos de Londres, la última dirección que su sire le había dado era la correcta pero aquella vez que llego hasta su destino el demonio no se encontraba allí.

Esta vez esperaba que su viaje fuese mas placentero en cuando a sangre se refiere, y encontrar al miserable demonio que le arrebato la felicidad de un solo tajo. Caminaba ensimismada en su propio pensar y aun no estaba segura del por que Lucian le había pedido que fuese completamente sola, aun cuando este sabía que probablemente el demonio era mas experimentado que ella y que tal vez la asesinaría Lucian no querían ensuciarse las manos con una estúpida sangre infernal.

Miles de cosas pasaron por su cabeza desde algún tipo de traición hasta interpretar la cobardía de Lucian en alguna especie de técnica para acabar mas rápido con la vida de Ezequiel. Se preparo mejor que nunca para el enfrentamiento, no tenía miedo en su alma y tampoco alguna inseguridad, lo único que deseaba y quería en ese instante era tener la cabeza del demonio en sus manos, ensangrentado, chorreando, calcinado y demás. Fueron tantas las cosas que imaginó para tener un espectáculo fervientemente satisfactorio, una obra teatral que representara todas y cada una de las pérfidas ideas de su cabeza, demonios danzarines, dagas incrustadas en puntos específicos de su llagado cuerpo. Miles de gusanos recorrer su piel mientras que con sus pequeños dientes corroen la misma otorgándole el mas letárgico de todos los dolores símiles que pueden imaginarse, un fuego tan inusual en el cual su alma arde desde el interior hasta el exterior de si mismo, fragmentos de sus huesos esparcirse mas allá de las fronteras del lugar en el que se encuentra estratégicamente bien escondido, beber de la sangre demoníaca para satisfacer la vida a la que condeno al haber traicionado el amor que esta le profetizaba.

Tomo de entre sus ropajes algo cómodo para la batalla que llevaba en mente, no cargo a cuestas sus armas blancas pues solo le bastaban sus filosos caninos y esas garras con las cuales hace sangrar a quien se atreva a lastimarla. Afilo sombríamente los colmillos se perfumo, después de tanto tiempo un encuentro con quien robo sus sueños tenía que ser digno de recordar, si es que salía con vida.

Deposito sus últimas esperanzas en lo que dejaría atrás si no regresaba, quiso aferrarse a la vida por si sus fuerzas flagelaban con el pensamiento de Tristán, y lo mucho que este sufriría si es que en algún determinando momento la vampiresa dejara de existir. Tomo la imagen mas hermosa que poseía de este y la coloco al frente de sus pensamientos y sobre la venganza, una ilusión era lo que necesitaba para regresar aun que estuviese moribunda. Pero esto también lo hacía por el amor que le quería entregar a su híbrido, pues solo sería completamente feliz a su lado si dejaba por detrás ese sentimiento de odio que le tenía al demonio, necesitaba liberarse de sus ataduras mas fuertes y una de ellas era ese repugnante recuerdo de su pasado.

Arribó hasta unas cuantas calles del edificio, aspiro profundamente lo que tal vez sería su última bocanada de aire puro, se decidió y atravesó las calles que le faltaban en una milésima de segundo, dejando a su paso una fragancia tan irresistible para que el demonio de diera cuenta de que estaba allí y solo iba por una razón. Una lucha a muerte.

Sin querer al llegar al maldito edificio aventuro el efluvio de Cati al igual que una mezcla intermitente de azufre, así es como olía él, así era como los demonios despedían su hedor natural, un pequeño deja vu se le vino a la mente… Aquella tétrica alucinación de un demonio que conoció, dándole la enseñanza de vida que no todos por el hecho de ser colaboradores de Hades tienen que ser malos. A su mente la imagen y el recuerdo de Olaf Owen llegaron atravesando la barrera de protección que había infundido en su cabeza, era el mismo olor, y recordaba a la perfección que en aquella estadía con Olaf su recuerdo se lleno de Ezequiel y ahora era completamente lo contrario.

Mas sus pensamientos fueron irrumpidos una vez mas por el efluvio cálido y mas dulce de Cati, una híbrido que a en su mente hizo resaltar la figura de Tristán, la razón por la cual tenía que librar su batalla, para estar con él y ser completa y feliz, poco a poco se fue desvaneciendo el recuerdo de Olaf tras un contraste de la piel morena del híbrido. Se tranquilizo cerrando los ojos y canalizando los movimientos que tal vez se harían en los minutos siguientes.

Abrió los ojos como platos al sentir que su compañera se adentraba sola por aquellos confines, a donde quizá la muerte la esperaría.

- Cati espera – Dijo corriendo a toda velocidad para sujetarla por el brazo antes de que cometiera una estupidez, e ir al edificio completamente sola. – Apesta a demonio, él esta aquí… - Musito mientras sus ojos buscaban impacientemente el lugar de donde provenía el hedor a azufre, pero en ningún momento permitió que Cati se le escapase de su atadura.

Estaba por cruzar la calle cuando senti un jalon en el brazo-No!- exclamé al sentir que me retenia- dejame y buscaré respuestas- comenté aún desesperada mientras la escuchaba- claro que esta aquí - comenté con sorna- y lo mataré con mis propias manos si es necesario- agregé aun tratando de safarme de Ishtar seguia intentando sostenerme

Me quedé quieta- no me hagas hacerte daño- advertí mirandola fijamente. Estaba llena de preguntas y venganza y ni ella ni nadie me iba a detener si tenia que llevarme a unos cuantos conmigo- Ishtar, sueltame- volví a advertir mirando por primera vez el apreton de mi brazo. Sabia que por la presión que la Vampira estaba haciendo me iba a salir un moretón pero de eso no me preocupada en estos momentos así que volvi a dirigir mi vista a Ishtar esperando su respuesta.

Me tiré sobre el siilón rojo que adornaba extravagante mi morada, estaba allí para apaciguar las mareas de confusiones que me acongojaban. Se me antojó un trago de vino, me puse de pie y caminé hasta el pequeño bar que adornaba una esquina de la estancia. Este sitio me gustaba pero pronto tendría que abandonarlo aunque no lo quisiera.

Me desplomé nuevamente sobre aquél sillón de color rojo, tomé en control del estereo y comenzé a escuchar múisca clásica, necesitaba algo tranquilo y conmovedor. Mis ojos se cerraron con la copa con vino en la mano, una sonrisa en el rostro lleno de altanerismo, me deje llevar por la amplia gamma de colores que sumergieron mi cabeza en alguna tétrica alusinación.

Tararee una y otra vez las notas musicales de las sinfonías que se escuchaban en el estereo pero algo en mi estómago me hizo abrir los ojos como platos inesperadamente. Un edor tan repugnante que hasta los gusanos de la putrefacción se sentirían lastimados, alguien o algo asechaba mi hogar en la superficie. Pero acompañado de ese edor se encontraba el efluvio mas hermoso que pude haber distinguido, me recordaba algo pero no sabía que era exactamente esa emocíón que se me movió como tapete de bailarín.

Me puse de pie, extendí los brazos en señal de algún abrazo y simplemente musite.

- Gracias mi señor, que hoy me brindas un juguete nuevo - La sonrisa sádica aparecio en mis labios, prerandome para atacar fui subiendo poco a poco las escaleras que liberan mi guarida.

Bufé realmente estresada y me solté el brazo del agarre de Ish y me tiré a la calle corriendo en busca de lo que podía conseguir y que para que Ish tardará en alcanzarme usé, suavemente, mi poder sobre ella- lo siento- susurré mientras llegaba a la puerta.

-¡Sal!- grité- ¡vamos! aparece- continué gritando mientras buscaba en el interior del edificio- se que estas aquí- advertí- tienes que decirme que has echo con Isabella- exigí mientras llegaba a las escaleras del sótano.

Me quedé clavada ahí. Su olor era más fuerte en ese lugar pero me entró miedo por no saber que me encontraría allá abajo.