Del Pasado al Presente[Johann]

Johann hacía un rato que había llegado al lugar, cuaderno de dibujo en mano y el lápiz detrás de la oreja, donde lo tendría cerca en caso de necesitarlo. Hizo un mohín de disgusto cuando observó que el lugar que había seleccionado poseía algunos defectos y caminó un poco más para encontrar otro sitio mejor.

Se sentó sobre una roca de cara al lago y observó el paisaje con cuidado, fijándose en cada detalle. Le gustaba. Por supuesto, no era perfecto, pero a él eso le gustaba. Imperfecciones en una visión casi perfecta. Asintió con la cabeza, satisfecho, y apoyó el cuaderno de dibujo en sus rodillas para empezar a pintar.

Sin embargo, cuando la mina del lápiz estaba a punto de tocar la lámina, una luz le desconcentró y tuvo que cubrirse los ojos para poder ver. Dejó sus cosas en el suelo y se aproximó a aquella figura luminosa.

-¿Qué demonios...?

Johann alzó una ceja muy extrañado de que aquella especie de humano con alas le estuviese hablando, por lo que dio un paso atrás y señaló el lago, que había sido sanado mágicamente. Antes le había parecido bonito, pero una vez que sus aguas revelaron el fondo, aún le parecía mejor.

-Johann.-Contestó simplemente.-¿Qué eres?-Preguntó a su vez, observando sus alas luminosas.

Nunca había visto un ser como aquel, claro que tampoco era muy dado a alejarse de la ciudad. Podía encontrar cosas interesantes allí donde fuera, sin necesidad de irse demasiado lejos.

Johann sacudió la cabeza ligeramente, sintiéndose incómodo por aquella voz extraña. No le gustaba el sonido del eco en su voz, pero suponía que no tenía más remedio que aguantarlo si pretendía saber qué hacía aquel ser allí.

Entornó los ojos e intentó definir su aspecto, pero le fue imposible. La luz que desprendía era demasiado potente como para ver su físico. De todas formas tampoco le interesaba demasiado.

-Sí, un nombre precioso, gracias.-Dijo con algo de ironía.-Así que eres un ángel...tranquilo, no te temo. Sólo venía a ver de dónde salía tanta luz.-Añadió con una mueca inexpresiva.-¿Se supone que tienes nombre o es igual que tu aspecto y no es posible descubrirlo?-Preguntó sin demasiado interés.

Johann dio un par de pasos hacia atrás, sorprendido por aquella explosión de luz que le cegó por unos instantes. Cerró los ojos con fuerza y los cubrió con los brazos hasta que notó que la luz se había desvanecido. Parpadeó rápidamente para acostumbrarse y miró a su alrededor hasta que vio al ángel en su forma humana.

Se acercó a él rápidamente hasta quedar muy cerca y le observó detalladamente. Le conocía, estaba seguro. Y su convencimiento se convirtió en un recuerdo tan claro como doloroso.

Frunció el ceño y enseñó los dientes instintivamente. Le había reconocido.

-Alexander De Angelis. Sé quien eres, aunque apuesto a que tú ni siquiera sabrás por qué, ni quien soy yo.-Dijo con evidente rencor.

Johann apretó los dientes, enfadado. Claro que no se acordaba de él, era estúpido que se acordase de alguien que apenas destacaba entre toda esa gente sonriente y amable. Apretó los puños y le pegó una patada a una roca cercana, impactando en un árbol.

-No quiero tus malditas disculpas.-Dijo mirándole fijamente a los ojos.-¿Ahora resulta que eres un ángel bueno e inocente?-Añadió en tono burlón.

Por culpa de aquel hermoso ser nunca había tenido ni una oportunidad real con la persona que amaba, por su causa jamás pudo ser la persona con la que la chica que quería soñaba estar.

Alexia caminaba vestida con una tunica blanca de fino hilo por la orilla del borde, con la mirada perdida y melancólica en aquel bello paraje que la rodeaba. sus pies descalzos se mojaban con el agua fria del enorme lago y sus alas de luz estaban decaidas, rozando el suelo levemente, como si una gran capa de luz cayese desde sus homoplatos. su fragil cuerpo parecia realmente quebradizo en la tierra, como si con un simple movimiento brusco bastase para que la silueta que se vislunbraba tras la fina tela se quebrase y desapareciese en la nada

giró la cabeza al oir a su hermano hablar con alguien. sus rizos rubios botaron levemente, y desprendieron reflejos plateados, creando una aureola de luz alrededor de su cabeza. al parecer la otra persona que estuviese con él le trataba de un modo hostil...

caminó con elegancia y tranquilidad hacia su hermano gemelo, en completo silencio, con la mirada triste y pareciendo realmente eterea al tener ese brillo en sus ojos. se puso a su lado y clavó su mirada azul en la del joven, impasible, sin sentimiento alguno

Lamento mucho esta intromisión, espero que no vuelva a suceder pero dadas las circunstancias me veo en esta penosa necesidad. ALEXIA, esta partida es PRIVADA, es privada por que solo el nombre de Johann aparece, asi que una de dos, o cuelgas por que estas en esta partida o la simplemente elimino tu post. Creo que las reglas son muy claras y sobre todo el titulo del tema tambien. Es una pena que sea una de las pocas veces que entro y veo esto, asi que te pido de la manera mas atenta que cuelgues apetición de aquien estas aqui.

Nuevamente lamento mucho esta intromisión, espero que no se repita este pequeño problema.

De no colgar el motivo del por que la entrada de Alexia, la partida se cierra.

vine por invitacion de mi hermano, Alexander de Angelis

Johann miró al Ángel que acababa de llegar pero no le prestó atención alguna, demasiado concentrado en el otro. Se acercó a él un poco más pero no hizo el amago de cogerle, por si acaso. Le mostró los dientes con una mueca aterradora y apretó tanto los puños que le dolieron los dedos, pero poco le importó.

-¡Más te vale que no te vayas ahora!-Exclamó claramente enfadado.-¡No te vayas!-Ordenó sintiendo su sangre hervir de ira.

Johann observó sorprendido como una suave luz cubría y protegía el cuerpo del ángel, y aunque Johann no estaba seguro, intuía que se iba a arrepentir si intentaba tocarle con esa luz a su alrededor. El maldito se escudaba en su protección divina para escapar de esa cuenta pendiente que tenían.

-Los ángeles sois tan asquerosamente perfectos que los demás no tenemos ni una oportunidad.-Dijo con el rencor tiñendo su voz.-Está bien, lárgate de una vez y vuelve a tu mundo de perfección. Ya no hay nada que hacer de todos modos.-Añadió negando con la cabeza.

Estaba tan dolido por el pasado que nunca había podido olvidar a los personajes de aquel momento.

Johann cogió la daga sin dudar y la lanzó entre los árboles, quedando clavada en la tierra húmeda. Se giró para mirar a Alexander muy serio y alzó la barbilla con orgullo.

-La muerte sería una solución demasiado fácil, y el odio no desaparece con ella.-Dijo muy seguro de sus palabras.-No me mancharé las manos con la sangre de un ángel.-Añadió con seriedad.

Había sufrido demasiado por culpa de Alexander, y en aquel momento no podía simplemente matarle y esperar a que su rencor se fuese con él, porque sabía que no iba a suceder así. Necesitaba arreglar ese asunto y después poder olvidarlo.

Johann cerró los ojos, esperando poder irse de allí cuanto antes. No soportaba esa humillante situación. El ángel intentaba pedirle perdón por algo que no era culpa suya en realidad, pero Johann necesitaba descargar la ira provocada por su dolor con alguien.

-No quiero tus disculpas, ni contarte cómo me sentí, ni como me siento ahora. No quiero contarte nada. Ni siquiera me apetece estar aquí y charlar contigo sobre deportes.-Dijo llevándose una mano a la frente.-Ojalá yo no hubiese tenido que conocerte, pero es así.-Añadió en respuesta a la última frase pronunciada por Alexander y dándose la vuelta con fingida tranquilidad.

Alexia vio toda las escena desde lejos y negó suavemente con la cabeza. le dirigio una rapida mirada de despedida a su hermano y alzó las alas, cerrando los ojos y concentrarndose.

con un fogonazo de luz desaparecio del lugar, dejando tras de si unicamente un debil resplandor

Johann se giró de nuevo, algo cansado de la situación, pero cogió el jazmín en su mano, cerrando el puño pero sin destrozar la flor. Miró muy serio al ángel y negó con la cabeza, seguro de que su orgullo era lo único que perduraría en él para siempre.

-Siento decepcionarte, pero no pienso dejar mi orgullo a un lado. Por tu causa perdí a una de las personas que más quería, así que no me pidas que lo olvide como si nada.-Dijo con aspecto cansado.

Abrió el puño y cogió la flor con suavidad. Ni siquiera tenía que acercarla a su nariz para oler su perfume.

-Puedes subir a tu mundo cuando gustes. Antes no te preocupaste por si dejabas a alguien herido aquí; ahora tampoco tienes por qué hacerlo.-Comentó, y aunque su expresión no revelaba nada, en sus ojos se podía leer un profundo dolor.-Vete cuando quieras.-Dijo en voz más baja, notando como la pena volvía a hacer mella en él.